Un descubrimiento químico en el espacio exterior puede desarrollar nuevas tecnologías con aplicaciones cotidianas. Ésta es la tesis que el pasado martes el catedrático de Química Inorgánica de la Complutense de Madrid, Miguel Ángel Alario, mantuvo en su conferencia del Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA bajo el título «De la química interestelar al parabrisas hidrófobo. Fullerenos y nanotubos».
Alario explicó que «en los objetos del universo también hay grandes procesos químicos, y a partir de su observación y análisis los astroquímicos son capaces de buscar en el universo especies químicas que no existen en la Tierra, para conseguir fabricarlas en nuestro planeta», afirmó.
El descubrimiento de filamentos de carbono, los llamados nanotubos, tiene también importantes aplicaciones, como la fabricación de termómetros a escala atómica, pequeños transistores de radio o la producción del combustible líquido etanol, utilizado en automóviles en Brasil. Actualmente existen productos en el mercado basados en estos descubrimientos, como revestimientos para proteger las llantas de los automóviles, protectores de tapicerías de tela o cuero o los parabrisas hidrófobos.
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